→ Y sucedió.

3/08/2015

Soñaba con mi felicidad, esa felicidad que pasaría cuando el mundo se detiene al ver sus ojos, al clavarle la mirada fijamente en las pupilas y saber que nada nunca había importado tanto, el saber que  no se parece a nada que había conocido antes,
lleno de poemas en la espalda, lleno de nubes en los labios, lleno de estrellas en los ojos. Estar con el sin alterar su espacio. El soñarlo todo la noche, toda el día, todo el tiempo. Que durmiera entre mis brazos. Que se despetara con mis besos cada mañana.  
   Y así sucedió, aquella felicidad tenía nombre, tenía motivo.

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